Crónica de unas vacaciones

Llevo un verano que parezco el correcaminos. Prácticamente he cruzado la península de Norte a Sur. Me dispongo en esta entrada a haceros un breve resumen de cómo han transcurrido mis vacaciones. Para nada voy a hacer una crónica como la de mi amigo Bejarano. Primero porque él es muy metódico en esto de escribir. Segundo porque su viaje y el mío se parecen como un huevo a una castaña. Os recomiendo leerlo, yo me quedo completamente embobada poniendo su relato en imágenes.

Empecé mi periplo el 3 de julio. Temeraria que es una, me fui al pueblo con mis hijas, mis sobrinos y mi cuñado. En tiempos de crisis, cuando todo el mundo se va al paro, mi hermana, por llevar la contraria, se pone a trabajar.

Como pienso que a las penas puñalás, el cuñao y yo no hemos tenido más remedio que cuidarnos y después de hacer la compra diaria íbamos a repostar un par de cervecitas que es que hace mucha calor. Mientras tanto los niños, que son grandecitos, se iban a la piscina con lo cual hemos dejado descansar la mente lo que hemos podido y más.

Transcurrido el mes de julio, cada mochuelo a su olivo y yo me he subido a Figueres mientras mis hijas se han instalado en Cambrils con su padre.

Antonio y yo habíamos planeado irnos una semanita a Madeira, habíamos buscado información, mirado hoteles y hasta me había comprado una guía de viaje. Pues va la seguridad social y me cita, en pleno mes de agosto, para quitarme unos xantelasmas que tengo en los párpados, que no son más que acumulaciones de grasa bajo la piel. No es que yo tuviese especial interés en quitármelos, que llevo media vida con ellos, pero fui al oftalmólogo y me lo puso todo de un fácil que pensé que ya era hora de ponerme bien guapa.

Pues no, la cosa no era tan fácil, empezaron a ponerme peros y me dije a mí misma: ¡Virgencita, que me quede como estoy!. A ver si voy a ir a por lana y voy a salir trasquilá.

Así nos encontrábamos a 14 de agosto y con el viajecito por contratar. ¡Cagada la hemos! Si encontramos hotel, no encontramos coche de alquiler, si encontramos coche, encontramos vuelo con dos escalas con una duración no inferior a 11 horas. Como quiera que no tengo el cuerpo pa tantos trotes decidimos coger el coche e irnos a algún sitio tranquilo, cuyo trayecto no excediese las dos horas que es aproximadamente lo que puedo aguantar sin que el cuerpo me quede completamente rígido.

Ese fue el motivo que nos condujo a Sant Carles de la Ràpita en Tarragona y a Morella en Castelló.

Así pues hicimos Figueres-Barcelona-Sant Carles-Morella-Sant Carles-Cambrils-Barcelona.

De la costa a la montaña, así que desde buen marisco o pescado a buen cordero y embutidos.

En Sant Carles playita, hacía tanto que no la pisaba que ya ni me acordaba de cómo era. En Morella, en plenas fiestas, toros y subida al castillo.

Antonio que es antitaurino padeció lo suyo con el “bou embolat”. No es que yo sea taurina pero jamás había visto el embolado. Así que me propuse subir al “cadafal” y allí, con Antonio disfruté como una niña. Eso me ha costado recibir las críticas de mi hija que casi ha pensado que su madre es una cavernícola por haber asistido a semejante espectáculo. No se puede educar a los hijos en tantos valores, luego se vuelven unos extremistas de cojones.

Hemos frecuentado buenos restaurantes, de todos es sabido lo que nos gusta el buen comer. Haré mención de ellos en este blog en el apartado de restaurantes. Pero eso será poco a poco que se me ha acumulado el trabajo. Aunque no penséis, también he alimentado el intelecto, me he leído los dos libros de Ildefonso Falcones que también he reseñado en el apartado Libros de este blog.

Ahora ya me quedo en casa, esperando ansiosamente el día 1 de septiembre para volver al trabajo. ¡Maldito sea el cupón de los ciegos!

Bou embolat a Morella

Castell de Morella

Platja del Garbí a Sant Carles