Desde que empecé el tratamiento en el hospital se inició en mí un trabajo de introspección. Estoy en ello, descubriendo o permitiéndome ver aquello que he tenido oculto. No por escabroso o inconfesable sino porque me sitúa frente al espejo y me permite ver todas aquellas aquellas distorsiones que una pretendía disimular. Así pues, he descubierto que tengo una madre excesivamente exigente para la que nunca algo es bastante. Que, supongo que producto de ello, soy muy exigente conmigo misma y con aquellos que me rodean aunque siempre tengo en cuenta lo que cada uno puede dar y me adapto a ello.
Siempre digo que no quiero a mi lado trozos de carne sin talento. Creo que las personas debemos ser capaces de desenvolvernos en la vida en todos los planos que nos permitan la supervivencia. Creo firmemente que los padres y madres debemos hacer que nuestros hijos no nos necesiten. Que sean inteligentes y hablo de inteligencia como la capacidad de adaptarse al medio. Sería triste que mis hijas tuviesen unos brillantes resultados académicos y no fuesen capaces de desenvolverse en la vida diaria resolviendo los problemas cotidianos que pueden ir desde asistir a una entrevista de trabajo, hacerse una matrícula, resolver una incidencia con el ayuntamiento, hacerse una comida sana, coserse un botón o arreglarse un enchufe. Sería penoso que no tuviesen una desarrollada inteligencia emocional y ante el más mínimo conflicto o la más mínima frustración se viniesen abajo.
La enfermedad mental es la enfermedad del futuro junto con el cáncer. Cada vez más nos cuesta adaptarnos a esta sociedad competitiva, consumista e individualista. Es por eso que debemos preparar a nuestros hijos con un buen colchón emocional.
Estoy pasando unos momentos difíciles, de bajón. No es fácil asumir una enfermedad que te limita física y mentalmente cuando has sido alguien que ha creído comerse el mundo. No es fácil ver que es ahora el mundo quien te come a ti.
En la vida hay muchos momentos en que todo parece venirse abajo, desmoronarse. Soy de las que piensan que es en estos momentos cuando uno tiene la oportunidad de poner cimientos más sólidos aunque el precio, a veces, sea enterrar algunos cadáveres.
Te veo conduciendo esa pala, para lo que hay que tener un par de lo que tu tienes, echarle valor y retirar los escombros. Fuera toda la ruina, a amontonarla y comenzar a apuntalar lo que queda.
ResponderEliminarAl final es un gran esfuerzo pero vas a ver cómo queda todo.
Tú puedes...
joseAntonio (Bejarano)
Mantente serena, filtra tus vinos y a la corta vida ajusta una esperanza larga.
ResponderEliminarMientras hablamos , huye el envidioso tiempo.
Agarra el día de hoy , no seas demasiado crédula en el día de mañana.
Horacio
Adelante, estoy contigo.
Besosss
Antonio.