Bejarano, escribe en su blog sobre su hija Rocío, investigadora de la obra de Juan Ramón Jiménez. Lo hace desde el profundo orgullo que es, para un padre o una madre, el ser testigo de los logros de sus hijos e hijas. Hoy me siento orgullosa porque Alexandra, mi hija, ha obtenido el primer premio de prosa en lengua catalana de su nivel en el instituto. Así pues, permítanme que me engorde los kilos que haga falta, que me hinche como el pez globo y si es el caso, que les aburra a ustedes, sufridos lectores, con la maravillosa prosa de mi hija.
Va por Alexandra, cursa 1º de ESO:
No visc com tu
Sanya Station, Tanzània 12 de Març de 2009
Hola! Em dic Amiah i tinc dotze anys.
Perdona si no escric molt bé, he anat molt poc a l’escola. A casa he d’ajudar molt. Som sis germans, i jo sóc la més gran. Visc en una cabana feta de troncs recoberts de fems de vaca assecats i el sostre de palla.
La meva mare tampoc no va anar gaire a l’escola i, per tant, no sap ni llegir ni escriure, i quan ho necessita li llegeixo el que vol saber. Ella es dedica a les feines de casa, que són: cuinar, -m’agraden molt les engurma que són unes farinetes espesses- netejar, moldre el gra, cuidar els meus germans petits, fer formatge amb la llet de les cabres que el meu pare munyeix, conrear les poques coses que podem cultivar...
El meu pare es passa tot el dia amb el seu ramat de cabres, procurant alimentar-les perquè ens donin llet i pells.
A més, una de les meves obligacions és anar a buscar aigua al pou. Això és molt important perquè a casa no en tenim, i la necessitem per beure, fer el menjar, rentar-nos i regar les poques coses que la meva mare planta a l’hort.
Cada matí la meva germana Norah i jo anem al pou a buscar aigua. Cadascuna porta dos càntirs, un al cap i una altre al meluc. Passem molta calor, sobretot els dies d’estiu, ja que ens costa molt omplir els càntirs perquè hi ha molt poca aigua. El camí és ple de pols i terra, hem d’anar amb compte de no caure i que no se’ns vessi l’aigua. Hem de caminar més de quatre quilòmetres i els càntirs pesen molt, així que quan arribem a casa estem molt cansades i amb mal de peus, però val la pena perquè els pares i els germans es posen molt contents.
M’han dit que hi ha llocs en què només obrint l’aixeta teniu tota l’aigua que voleu. Però, per a nosaltres cada gota compta, i cada una és un gran esforç.
Petons
Amiah
Enhorabuena a Alexandra. Me une a ella, por si no lo sabe, muchas cosas. En primer lugar el uso y el cuidado de la lengua, cada uno en una de las que enriquecen España. En segundo lugar, el tema. El agua es una de mis obsesiones y por si no lo sabes, Alexandra, tengo un relatillo (El agua) donde, si no recuerdo mal mi protagonista se llama Amiah, y vive en una aldea de Somalia, donde ha de ir a proveerse de este elemento -que algunos tontorrones malgastan-, a varios kilómetros.
ResponderEliminarDebeis estar muy orgullosas, madre e hija, de los éxitos.
Mi enhorabuena a las dos, y continúa escribiendo en esa maravillosa lengua que me parece el catalán.
Si alguna vez vienes por estas tierras del sur, mi hija Rocío estará muy contenta de mostrarte la casa donde vivió el poeta .Juan Ramón- de quien bebió lo mejor, y lo mas famoso: Machado, Alberti, etc.
Besos, Alexandra y continúa escribiendo.
Jose A. Bejarano
EL AGUA
ResponderEliminarJose A. Bejarano 1999
lbrahim se despertó muy temprano y, antes de la salida del sol, saltó de la cama; Amiah, su esposa, dormía emitiendo leves ronquidos. "La dejaré dormir y descansar", pensó Ibrahim mientras se aseaba. Bebió, de un cuenco, un poco de leche de cabra, ordeñada el día anterior, y dejó el resto en la fresquera; sin hacer ruido salió de la casa. Al lado de la puerta tenía la Guzzi donde colocó las viejas alforjas de esparto, y sobre ellas, firmemente, dos cántaros de barro. La condujo, andando y sin poner en marcha, hasta el final de la 'calle' de la aldea a fin de ahorrar gasolina, aunque la vieja moto, también sufría daños que se le antojaban casi imposibles de reparar. Era la herencia dejada por su suegro recibida, éste a su vez, de su padre: una flamante moto, comprada hacía cuarenta años a un funcionario colonial italiano. Pero, por desgracia, estaba a punto de rendir, 'cascada', sus últimos viajes. Hablaría con Dillih, el herrero, y vería qué podía hacer. Pero ahora sólo debía pensar en traer el agua. Cuando llegó a las últimas cabañas, giró a la izquierda y, poniendo en marcha el vehículo, tomó la pista que lo llevaría a Tubboy. Tenía tiempo sobrado, pero no deseaba entretenerse demasiado, pues debía retomar las tareas cotidianas y no quería dejar todo el día sola a Amiah. El sol apuntaba, ya, por las lejanas colinas.
Al entrar en Tubboy, Lugar Principal, dirigió la Guzzi hacia la zona donde estaban los almacenes que el gobierno había construido años antes. El emplazamiento lo constituía una serie de silos, un destartalado edificio y dos depósitos de almacenamiento. Lo imaginaba: la fila, más larga que en ocasiones anteriores, con decenas de personas -mujeres en su mayoría- que permanecían silenciosas, en pie, rodeadas de toda clase de recipientes. Ibrahim, con los cántaros, se colocó, al final de la fila y aguantó paciente hasta que, un par de horas más tarde, cinco camiones-cisterna aparecieron en el horizonte de la carretera que conduce a Mogadiscio. El alboroto y alborozo de la multitud se hizo patente. Y no era para menos: la estación de las lluvias se retrasaba, y las necesidades aumentaban. Cuatro de los inmensos camiones, verdes, lucían unos logotipos (WW) representando cataratas de agua precipitándose sobre el globo terráqueo; y el quinto, azul, con el descolorido y casi invisible anagrama UN. Se apearon los conductores, nativos somalíes, y dos capataces altos, rubios, de inconfundible aspecto nórdico —tal vez noruegos— con impecables uniformes de faena, quienes procedieron a la conexión de las mangueras en los dos grandes depósitos. Algunos soldados, aburridos, vigilaban los movimientos de la multitud. lnmediatamente la larga fila fue moviéndose lenta y en escrupuloso orden, llenando del preciado líquido todo tipo de recipientes: cántaros de barro, cubos de zinc, bidones de plástico y también botellas de, otrora, cocacolas.
lbrahim, al llegar su tumo, llenó los cántaros colocándoselos, como pudo, en ambas caderas, un poco azorado sintió, a sus espaldas, risitas femeninas y caminó unos doscientos metros hasta su Guzzi. Los ajustó en las alforjas; el sol caía a plomo sobre la 'Explanada de los Silos' cuando puso en marcha la decrépita moto y tomó la pista polvorienta, de regreso —cinco kilómetros— a Addir-El-Mashim. El viaje se le hizo largo, adelantando a varias mujeres que portaban, de forma increíble, rebosantes vasijas. La Guzzi, a causa del peso, se resentía gravemente pero, al fin, petardeando, entraba entre la breve hilera de casas de su aldea. Unos niños, saltando y gritando de alegría, corrían a su lado. A la puerta, Amiah lo esperaba con su dulce sonrisa: se colocó el velo y ayudó a su marido a acarrear los cántaros al interior de la estancia. Ella, con apenas dieciséis años esperaba, ilusionada, el nacimiento del primer hijo y se dispuso a preparar la comida con el agua fresca, recién traída. Él, en tanto, preocupado, volvió a inspeccionar su vieja moto: hablaría, sin falta, con el herrero. Pero ahora, sin tardanza, debía llevar las cabras a pastar —no permitiría que su esposa, hasta después del alumbramiento, trabajara a la intemperie—. F I N
Curiosas las coincidencias, no??
Bejarano, recuerdo ese relato tuyo. No sé si alguna vez se lo mostré a mis hijas, algunas veces les leo lo que me parece interesante. Ella se basó en un libro que se llama Nens com jo, publicado por UNICEF donde se relatan el como viven los niños en algunas zonas del mundo. Su niña es de Tanzania, una masai. Tendrías que ver el dibujo que hizo, es que no me funciona el escaner y no he podido ponerlo.
ResponderEliminarSupongo que escogió el tema del agua porque personalmente soy un coñazo con él. Cerra el grifo que no hay agua, que hay mucha gente que no dispone de ella, etc. etc, etc.
Las bases del concurso establecían tres temas: Sant Jordi, el agua o el Universo, escogió, sin duda el que le es más próximo. Lo curioso es la coincidencia del nombre ¿no?
Gracias por la felicitación
El nombre, el tema, el fondo, incluso la forma... Me alegra.
ResponderEliminarMe encanta la forma de escribir de tu niña.
Que continúe, que escriba, escribir bien está reservado a los dioses. Y yo, muy orgulloso, de haber leido y adjuntado el relatillo en castellano, junto al de Alexandra en catalán. Marsé a lo mejor hasta nos localiza y nos lee... jejjejej
besos, Carme, amiga.
Buenos días Carmen....
ResponderEliminarY felicidades a Alexandra,por el premio,me ha gustado mucho..
apunta a escritora..
un besote,feliz fin de semana
Carme, a ver si actualizas el blog... cómo se te ocurre titular con mi nombre una entrada... así nadie escribe. Así que, hazme caso y actualiza, anda, Carme.
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